1/23/2006

Los impuestos Da Vinci

Fui a hacer los impuestos y en la charla (la contadora me había visto leyendo un libro en la sala de espera), me comentó que si me gustaba leer.

--Normalmente sí --le dije.

--Ay, yo nunca tengo tiempo.

--Lo malo es que el libro que estoy leyendo está malo --le dije.

--Y sobre qué lees.

--En estos días leo más sobre meditación, bestsellers, nada pesado.

--Mi hermano lee mucho --dijo--. Debería leer más, darme tiempo, hacerlo parte de mi rutina. Pero llego a las nueve y me quedo dormida.

Le comenté que podría interesarle algo light, algo que esté de moda.

--Por ejemplo El código Da Vinci.

-Ay sííí --dijo exaltada, saliéndose del asiento, enseñandome tetas--. ¡Todo mundo lo ha leído menos yo! Debo leerlo. Pero el día que intenté leerlo, las primeras páginas, no le entendí nada y me quedé como que qué onda, de qué se trata. Puros términos religiosos.

Guarde un silencio respetuoso. Me encontraba ante una contadora cabeza de aire. Aquella persona que no le entiende al Código Da Vinci es porque tiene serios problemas de inteligencia.

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