11/14/2002

Castrati


En la antigüedad muy antigua, allá por el siglo 18, un castrati era un individuo con voz de ángel que cantaba opera. Dicho individuo era castrati porque pasaba por el cuchillo, para supuestamente obtener dicha voz de ángel.

En la modernidad muy moderna, este término ha tomado nuevos significados. De hecho, en días actuales se le conoce como un proceso psicológico de gran validez para la problemática familiar (familias disfuncionales, ustedes saben).

El proceso o terapia de familia, consta de 2 elementos. Por un lado, está el benefactor de la terapia, el paciente, y por otro lado, el teraupeta. El benefactor, en muchos casos, es un hombre que se casa por segunda vez y que ya tiene hijos del primer matrimonio. El terapeuta (o la terapeuta, en este caso), vendría siendo el nuevo cónyuge, que a su vez tiene hijos de un primer matrimonio. Perfecto. Sigamos.

Lo que la terapeuta hace (con astucia y tacto de experto) es repetir una frase, una y otra vez: “Nomás te vienen a visitar cuando necesitan algo. Cuando necesitan dinero”. Esta frase se repite (para mayor efecto rimbombante) una vez a la semana, durante 10 años (tiempo de tratamiento mínimo en todos los casos).

Después de 10 años, la terapia surte su efecto rimbombante. El paciente ya no reconoce a sus hijos naturales (los ve como visitantes cuando van a su casa, visitantes que quieren algo, dinero, etcétera), y ahora abraza a los hijos del nuevo cónyuge como si fueran de él: “Son míos. Se parecen a mí”, dice él con voz de castrati (ángel), hasta sorprendido de la naturalidad con lo que lo dice.

Este proceso de castrati es de mucha utilización en la actualidad, y se ha vuelto muy popular entre terapeutas del medio acomodado, que desean tener resultados de herencia, entre otras cosas.

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