—Una vez que algo está vendido —me dice—, no se puede volver a vender.
Estoy de acuerdo con su observación, ¿pero cómo hacerle entender a ella?
—No puedes vender una cosa dos veces —continúa él—. Para que me entiendas, lo vendido, vendido está.
Asiento. Un poco inquieto, pero asiento.
—Se llama fraude —me dice—. Vender una cosa dos veces se llama fraude.
Solo una vez, pienso, solo una vez.
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