—Ya están vendidos todos los terrenos —nos dice una empleada de la inmobiliaria—. Fue un desarrollo viejo, ya no hay records.
Preguntamos si alguien nos puede llevar a conocer el terreno que buscamos y la respuesta es que ya no hay vendedores de aquellos tiempos, solo vendedores jóvenes que ahora están promoviendo unas casas que parecen influenciadas por Estados Unidos. Llevan un siding de Hardie Board en la fachada. En fin.
Estamos en este mundo perdido. Un desarrollo detrás de otro desarrollo. Es decir, un desarrollo en una montaña, con calles de tierra, y nada de señalamientos. Buena suerte.
—Por aquí encontraremos vestigios de algún dinosaurio —dice Daniel—. Parece Jurassic Park. Es increíble la lejanía urbana en contraste con la ciudad.
Estamos buscando este lote perdido, y no traemos un mapa, un plano, un croquis que identifique la ubicación correcta. Por el cielo pasa un avión de una aerolínea foránea. Daniel se limpia el sudor de la frente. Seguimos.
Seguimos buscando esta propiedad que podría estar invadida por alguna familia necesitada.
—Si alguien invade tu propiedad —me dijo un abogado el día anterior—, estás perdido. En todo Tijuana hay dos agentes que se encargan de investigar las denuncias de despojos. No se dan abasto. Te llevan el caso hasta dentro de uno o dos años. Si bien te va.
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