Como siempre, la dueña del negocio no estaba allí.
Se trata de una dueña. Me lo ha confirmado una propietaria de un local vecino cerca de ese kiosko. Es una mujer la dueña. Y hablo de un kiosko o pabellón que vende y repara teléfonos celulares. También desbloquean teléfonos, y te dan servicio de P.O. Box para recibir correo de Estados Unidos. Todo muy bonito y envuelto en un pabellón de 3 x 3 a lo máximo. En un centro comercial de Playas de Tijuana.
Pero el negocio siempre está abandonado. Y no hablo de una o dos veces que lo he visitado. Hablo de unas veinte o treinta ocasiones que he cruzado el pasillo de ese centro comercial en camino a la Comercial Mexicana u otro asunto. Unas veinte o treinta que pudieran ser cincuenta o cien.
No es exageración.
La dueña ha de ser una persona influyente que no ha de pagar renta, o ya es de ella el espacio, porque no veo cómo ese negocio pueda sobrevivir cuando siempre está cerrado. Eso sí, siempre tiene un anuncio pegado en la ventana: regreso en 15 minutos.
—Habrá ido al baño —me dijo la propietaria del local vecino—. El candado de su puerta no está puesto.
—Habrá ido a tomar un café —le dije en plan de burla.
Se trata pues, de una comerciante fantasma. Pensé en quedarme por allí, sentado en alguna banca estratégica para sorprenderla cuando regresara de su mandado. No para comprarle algo, sino para ver qué clase de persona atiende un negocio así.
Quizás es un consultorio sexual clandestino y tiene un acceso distinto restringido y pocos y picas saben como llegar
ResponderBorrarJaja, muy buena explicacion.
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