8/07/2014

Hallazgo

Realmente nunca le conocimos bien. Me refiero a la esposa de Jonathan, nunca le conocimos y él a veces llegaba a las reuniones, y venía solo.

—¿Y Margaret?—, le preguntábamos.

—Está cansada —decía él, con un dejo de misterio.

En otras ocasiones decía que ella estaba ocupada.

—Tiene un proyecto muy importante, y lo tiene que terminar.

Siempre era algo.

Luego llegó el día que ellos se divorciaron, vaya noticia ¿eh? Agarró a la familia desprevenida. 

Él no dio explicaciones, solo se limitó a decir que las cosas habían terminado.

Obviamente ya no supimos de ella. 

Todas estas situaciones me dejaron un mal sabor de boca, por lo que decidí contactarla para cerrar el ciclo. La busqué en su lugar de trabajo, una empresa de buen tamaño en las afueras de la ciudad, pero su secretaria —tenía secretaria— me explicó que Margaret no estaba.

—Salió a una junta con los directivos —y me dio su teléfono.

La cosa se convirtió en una obsesión. Cómo era posible tanto rodeo. Yo solo quería despedirme, cerrar un ciclo.

Terminé por visitarla en su casa, se había quedado en la casa que había comprado con Jonathan, una cabaña en la montaña. Me llevé una sorpresa al por fin encontrarla. La vi fumando un cigarro en su terraza, mientras veía el paisaje de las montañas con una mirada circunspecta que me intimidó.

No pude continuar con mi objetivo. Solo atiné a observarla desde la calle, y me retiré.

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