La urbanidad de los vecinos, es lo mismo que decir la salvajería del homo sapiens. No se nos da, a algunos, no todos, la convivencia, la amabilidad. Somos seres abandonados a nuestros intereses personales. Nos encerramos en nuestras casas, como si fortalezas de protección del medio ambiente, pero si tenemos que salir y convivir, tomar en cuenta a los demás, allí quedamos muy por debajo de los animales, incluso.
Vivimos en una isla, y moriremos solos.
Una vecina, una mujer que maneja un nivel de civilización sacado de un rancho, bajada de un monte, estrés en la voz, es un ejemplo de esta conducta antisocial que se nos da muy fácil. Es más fácil ser malvado que buena gente. Es más fácil ignorar, de ignorancia, que prestar atención.
Fiestas de alto volumen, perro hostil que ladra a todo momento, hijos descarriados, exesposo con otra mujer, carcajadas burlescas por teléfono, copa en la mano, cigarro en la mano, carro estacionado enfrente de otra casa, en fin, nadie es perfecto.
*levanta la mano.
—En todas partes se cuecen habas —me dice una amiga, que tiene vecinos problema a su vez.
—A lo mejor estoy pagando un karma —le digo.
—No creo en el karma —me dice—, y no veo por qué tú tendrías que pagar un castigo así, cuando eres una buena persona.
—Mi vecina no cree que yo sea una buena persona.
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