Cuando nos dimos cuenta, ya era muy tarde. Perros por todas partes, a todas horas, protegiendo la colonia, Playas de Tijuana, porque ellos eran protegidos, a su vez.
Estas sociedades o grupos que protegen a los animales, hacen sus campañas en la avenida enfrente de la iglesia. Unos aprovechan y venden cachorros. Pero la idea es hacer conciencia entre la comunidad. Adopta a un perro. Vacuna a tu perro. Estas organizaciones que defienden a los perros. Sobre todo las mujeres. Dato curioso. Mujeres con mucho tiempo en sus manos, que adoptan estos hobbies filantrópicos, pero no se dan cuenta que joden a la población. O sea, no ven las consecuencias, los daños colaterales.
Demasiados perros para una colonia, y cuando los oyes ladrar, es como una horda, una jauría de animales locos, locos, pero protegidos.
—Es que no los sacan a pasear —argumentan los defensores de los animales, una señora, casi siempre—. Por eso ladran, están enojados. La culpa la tienen los dueños. Es que vivimos en un país tercermundista.
Ladran y ladran, a todas horas, y ahora vivimos en medio de eso. Ya son más perros que personas, y ahora ellos se están organizando. Se comunican en la noche, se mandan mensajes de casa a casa, de cuadra a cuadra, sus ladridos desvelados viajan en medio de la madrugada al oído de otro perro.
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