De mi no-incursión a Facebook, tengo esto que decir.
No soy de redes sociales, en definitiva.
Mi naturaleza no se presta para estar expuesto a las arbitrariedades de las interacciones sociales, a las omisiones u indiferencias derivadas de sentimientos encontrados. Suficiente trabajo lidiar con este fenomeno en persona, que cuando se da en un espacio tan impersonal como Internet (caras no vemos), no puedo lidiar con él de forma neutral.
Un analista me diría que precisamente la manera de superar estos obstáculos es enfrentándome a ellos de forma frontal, categórica, sin lugar a duda. Yo le diría que tiene razón.
En este momento, sin embargo, elijo tomar esta postura antisocial (de nuevo) ante una red social como Facebook, donde de todas maneras, hay un estatus quo de 'Mira mi vida qué hermosa es, puedes darme un like o comentar en mi status update, pero eso no significa que haré lo mismo contigo, en tu perfil, en tus actualizaciones'.
Esta falta de equidad es lo que me mueve a dudar de estos ambientes. Me parece una proyección del ego elevada a la milenaria potencia. Demasiado yo yo yo, sin nada de retroalimentación, sin nada de regresar el favor.
Si para socializar uno debe hacer eso, prefiero no hacerlo. Tampoco se trata de ser un adulador lamebotas de personas acostumbradas a recibir elogios para que su ego se infle más y más, y sigan compartiendo lo maravilloso que es su vida, su familia, sus viajes, sus pensares.
No no no. Así no voy. Prefiero la marginalidad del libre pensamiento, y después de todo, la escritura. Que a final de cuentas, es bastante solitaria.
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