5/04/2013

AGRESIONES

La descomposición de una sociedad se proyecta en pequeñas cosas. Por ejemplo en la manera de conducir el auto. He allí donde sale el verdader color, donde se mide la temperatura del caos. Una ciudad como Tijuana, por ejemplo. Un sábado a medio día, cuando visitan los norteamericanos que vienen a conducir como cavernícolas porque en USA no se atreven a hacerlo. Un jueves o martes, cuando la gente está vuelta loca por las calles con hoyos y las desviaciones que deben tomar. El caos está presente, y una ciudad como Tijuana, donde no hay una regulación del tránsito, es lugar idóneo para que impere un ánimo de 'tú hazle como puedas'. Se te mete un auto o te avientan el auto. Se pasan los semáforos con una facilidad que da miedo. Los conductores cometen decisiones maquiavélicas donde menos deben hacerlo, en un semáforo o plena avenida. El caos reina y es un derivado del estrés social, laboral y densidad de población. Mucha gente queriendo llegar al mismo lugar por vías inadecuadas que no satisfacen el flujo vehícular. Caos y locura, ya proyectada, ya desbordándose, porque la gente vive al día, y si te quejas, si tocas tu cláxon, cuidado, no sabes con quién te metes.

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