A lo mejor estoy equivocado—
Hasta hace poco yo era una persona muy agraciada en términos de fe hacia instituciones positivas. Tal es el caso pues, de que uno confía en las escuelas, recintos de educación, pero que con el tiempo, uno empieza a sondear y darse cuenta que en el fondo son unos money making machines.
—Pon una escuela —dice una persona—. Son el mejor negocio.
Esa persona sabe algo de lo que habla. Pero lo que me retorció el estómago es que mis hijos están inscritos en una escuela, perdón, en un negocio.
No es que no me hubiera dado cuenta —las escuelas como negocios—, es solo que en estos tiempos donde la cartera aprieta al estómago, estas cosas pesan más de lo normal.
¿Y porqué son negocios? Por muchas razones que desconozco, pero con señalar que cada alumno aparte de cubrir sus materiales básicos (libros, útiles, etc.), debe incluir el material que usa en la escuela, papel de baño, vasos, resmas para la copiadora, etc, uno atisba cierto grado de comercio. Me pregunto qué sigue. Pagar el agua que se bebe, y finalmente pagarle directamente al maestro.
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