Durante mis sesiones de meditación llego a experimentar una mezcla de quietud, la cual dura menos que la avalancha de pensamientos que la mente procesa como computadora fuera de control.
La idea es solo observar el flujo del pensamiento sin juzgar, luego regresar a la respiración como anclaje. Cuando se alcanza esa sutileza de quietud, es una sensación de dicha incomparable.
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