Hay una metáfora interesante acerca de la meditación. Se dice que cada vez que meditamos, sumergimos nuestra 'alma-consciencia-persona' (una tela, por decirlo así) en un balde con agua de oro. Cuando salimos del campo de la meditación (el espacio meditativo), la tela aun está humeda de ese líquido de oro, pero al poner la tela a secar, (al poner nuestra persona a interactuar con el medio ambiente) el líquido se disipa hasta desaparecer y vuelve a quedar como antes. Una tela común y corriente.
Así pues, en cada ocasión que meditamos, con el tiempo y la práctica, mojamos una y otra vez esa tela en el balde con agua de oro (el espacio meditativo), hasta que llega el momento que al poner esa tela a secar en el sol, el líquido de oro no desaparece y se queda en la tela. Un día la tela toda queda impregnada de oro y logramos Nirvana. Liberación completa de los sufrimientos terrenales.
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