7/21/2006

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"Estaba sentada meditando en la cama de mi novia, cuando su gato entró a la habitación y se colocó en mi regazo. Tomé al gato, lo sacudí, lo lancé fuera de la habitación. Diez segundos después estaba en mi regazo. Iniciamos una forma de jueguito. Lo sacudía, lo lanzaba, él volvía. Me estaba irritando el gato, la persistencia. Finalmente, alrededor de media hora, tuve que darme por vencida. No había nada que hacer. No había manera de cerrar la puerta. Me senté en la cama, me puse a meditar, el gato se colocó en mi regazo. En esta ocasión no hice nada. Me dejé ir. Treinta segundos después, el gato se levantó y se fue."

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