—¿Y la muchacha?
—Lo invitan a todas las fiestas. ¿Ya te la acabaste, pido más? Antes de que se acaben.
—¿Cuáles fiestas?
—Llámale a la muchacha, ¿por qué no viene?
—Lo he visto en varias. Siempre está rodeado de mujeres, pero nunca dice nada. Se queda callado. Piñatas. A lo mejor anda perdida.
—Creo que ya se acabó. Me ando secando.
—Los autistas tienen mucho pegue con las mujeres, ¿no sabías? como los gays. A lo mejor es autista. Ahí viene Tinker, Tinker Bell.
—¿Autista? Aun no sale del clóset.
—Se la pasa callado, no sé cómo le hace, no dice nada y tampoco toma alcohol, solo le hace compañía a la gente.
—Entonces gay.
—Y dale.
—Los gays no toman, se cuidan la figura. Ya llegó Tinker.
—Los autistas tienen comportamientos parecidos. Se quedan callados, sonriendo, captan el panorama.
—Le da confianza a la gente. Nunca rechaza una invitación. Va a todas las fiestas. El otro día una persona lo invitó a una fiesta difícil, para que le diera ánimos, una fiesta familiar, con vecinos y todo.
—Corazón, ¿nos traes de las mismas?
—No hay, se acabaron. Solo queda soda.