tag:blogger.com,1999:blog-39170562024-03-13T23:18:24.038-07:00[...]Unknownnoreply@blogger.comBlogger2318125tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-32950731904375637952015-04-03T21:15:00.005-07:002015-04-03T21:18:41.427-07:00Personas que te acompañan por la vidaEse extraño momento donde te encuentras a alguien conocido, en este caso una escritora que pensaba era buena onda, y te ignora como si no estuvieras allí.<br />
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Claro que me dolió. Tanto, que me hizo regresar al blog (¡Ja!). Me dije que tenía que exorcizar ese demonio de alguna forma, darle sentido a esa forma de ser que tenemos las personas, ser crueles unos con otros. No te reconozco.<br />
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Este siempre ha sido un misterio para mí. Un misterio sin solución. ¿Por qué la gente se hace cochi? Luego la mente empieza: ¿Le hice algo, le dijeron algo de mí? Y en fin, un torbellino de sueños que llevan al sufrimiento. Al Samsara, dicen en el budismo.<br />
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Por qué somos así. Basicamente ha sido uno de mis dilemas existenciales desde que recuerdo. Encontrarme a alguien que tenía en buen concepto, y que luego esa persona actué de forma que contradiga ese concepto.<br />
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Yo también me he hecho cochi y no he saludado a alguien, he ignorado a alguien, y se siente tan rico, tan elevado, que uno siente como si hubiera ganado algo. Quizá un concurso de popularidad: no te saludo, porque no eres nadie, y yo sí, y no puede perder el tiempo con personas como tú.<br />
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Esta mujer seguramente ahora siente culpa. La culpa, una de las emociones más destructivas. Esta mujer, quizá ahora vive en un mundo paralelo, donde tiene sentido su forma de actuar.<br />
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Y yo, yo estoy aquí, dudando.<br />
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<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-23672839816205672402014-09-05T22:07:00.001-07:002014-09-05T22:07:16.040-07:00Un final agridulce, Cerati.<div align="left"><p dir="ltr">Cerati, che, ¿habrá muerto de coraje, soledad?<br>
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</div><div align="left"><p dir="ltr">Me hago esta pregunta. Digamos que en un estado de coma, la desesperación de estar atrapado allí -aunque haya conciencia o no-, la desesperación de sentir o sospechar lo que sucede afuera, sin poder romper el hielo, solo mover un dedo ante el saludo de un allegado que visita en el hospital. Como estar debajo del hielo, en un mar congelado.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Conocí a Cerati. Un gran tipo, alto, omnipresente, soberbio, argentino. Tomamos unas cervezas en un antro de Tijuana después de un concierto. A mí me confundían con Zeta, el bajista de Soda Stereo, mientras Cerati se reía de la escena.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Siempre fui fan de Cerati. Primero de Soda Stereo, en aquellos tiempos sonaba Doble vida. Un amigo puso el cassette y dije, y estos quiénes son. No apostaba por el rock en español, porque luego de escuchar todo el movimiento punk/goth/new wave que salía de Inglaterra, el rock en español se me hacía inferior, una copia. De hecho Cerati admitió que trataban de imitar a Police.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">El caso es que les salió mejor. Había una nueva manera de sentir la música con ellos. Era en español, pero uno quedaba con la sensación de estar viviendo algo novedoso. Algo propio, latino, pero con propuesta y sensibilidad.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Luego se fue por su cuenta y siguió innovando. Eso era lo que me gustaba de él. Era un innovador que no temía arriesgarse. Creaba texturas que envolvían. Texturas que parecían fórmulas, en algunos casos, que iba repitiendo, pero siempre revelaban nuevos matices, nuevos entendimientos, y uno decía, Cerati, maestro, lo volviste a lograr.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Su último disco me parece el mejor. En él hay una belleza potente. Cerró con broche de oro. Quiso ser una fuerza natural. Pero le ganó la desvelada, la malpasada, el exceso del éxito en la cumbre del rock.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Cuatro años en coma, debajo de ese mar congelado, hasta que la música se le fue retirada.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Che, Cerati, ¡gracias!<br></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-86153307250937097252014-09-04T20:51:00.001-07:002014-09-04T20:54:05.575-07:00La lentitud de los parias<div align="left"><p dir="ltr">Decidimos mandar a desaparecer al perro. Hacía mucho ruido, sobre todo en la noche, cuando dormíamos. La vecina ni en cuenta. Ella feliz, colgada del teléfono, con un cigarro en la mano, y una copa en la otra. La habían dejado sus hijos. Sus ataques de rabia, curiosamente como el perro, fueron demasiado. <br>
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</div><div align="left"><p dir="ltr">Lo difícil fue encontrar alguien que hiciera ese tipo de trabajo. Aunque tampoco tan difícil. Hoy en día hay mucho vaguito por las calles, buscando un chance, echando un ojo. En fin, no muy difícil, después de todo.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Y de paso te llevas al otro perro —le dijimos—, al del vecino.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Entre ambos hacían mucho ruido. Eran un equipo, un combo malévolo, por no decir culero. Curiosamente ambos llegaron al mismo tiempo, como un regalo del infierno, y curiosamente ambos perros eran callejeros, o sea tenían el estigma. O sea, esto ya estaba predestinado. Pero uno puede cambiar su destino, ¿no?</p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-25018228029847618242014-08-31T22:26:00.001-07:002014-08-31T22:26:03.985-07:00Los otros días<div align="left"><p dir="ltr">Según KM, hay un impulso primitivo que contradice las buenas intenciones de la mujer más recatada. Durante unos días del mes, muy particulares, muy inesperados, ellas son capaces de trepar árboles, esperar a que aparezca su presa, caerles encima, llevarlos por el aire. Otras trepan paredes. Otras te invitan a su apartamento. Otras firman convenios. Otras escriben libros.<br>
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</div><div align="left"><p dir="ltr">—Llegan esos días —dijo KM—, y qué vas a hacer. Supongo que para ti esto es un discurso foráneo, pero yo soy un profesor en ese arte de la ubicuidad. El secreto está en esperar. Ya sabes cómo son, llegan esos días, terribles, contradictorios, y su biología las traiciona, las 'trolea'. Trepan árboles, escriben pensamientos, comparten fotos. Si antes defendían conceptos y teorías acerca del buen vivir, moralismos fundamentados en los condicionamientos que la sociedad les impuso desde pequeñas, lo que se espera de ellas, cómo deben comportarse, la buena conciencia, la familia como institución, cuando llegan esos días pierden el piso y trepan árboles, paredes, rasguñan muebles para afilar sus uñas, se doblan sobre escritorios, mandan mensajes, se resbalan, y no pueden detenerse.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Supongo que lo que dices es subjetivo.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Son datos duros y concretos, basados en años de estudio e investigaciones de campo. ¿Me crees?<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Supongo que sí.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Bebimos el whisky. <br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—En una ocasión, una completa desconocida me invitó a su apartamento . No tenemos mucho tiempo, me dijo, asomándose por la ventana y doblando el cuerpo. Qué iba a saber yo que esta mujer era una respetable ama de casa, pero en ese momento lo desconocía. Mientras oíamos ópera, me confesó cosas extrañas. Que se acostaba con alguien cada vez que podía, para silenciar las voces en su cabeza. Emocionado por su sinceridad, le pedí que me dijera cuándo había sido el primer día de su último período. Tranquilamente sacó un bloc de notas y me mostró la fecha, en perfecta caligrafía y tinta azul. Allí estaba. La prueba del delito. La mujer andaba en sus días. Los del medio.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Nos quedamos callados, viendo a unas mujeres que entraban al restaurante. Iban muy maquilladas, con faldas cortas y tacones.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Bebimos el whisky.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—A un hombre sin experiencia estos vaivenes existenciales pueden causarle angustia —siguió—. Le puede asaltar un acceso de ira al no entender cómo la misma mujer que trepó una pared o se colgó de un árbol, discúlpeme la molestia, después asiste a un grupo de autoayuda, o va a misa los domingos y se da golpes en el pecho, 'Por mi culpa, por mi culpa'. Pero si sabe esperar y dejar un espacio, que se haga un espacio en su corazón para aceptar esta naturaleza insondable de la mujer, entonces tendrá derecho a festejar alguna que otra bonanza.<br></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-13426547458028897712014-08-30T17:28:00.001-07:002014-08-30T17:31:57.874-07:00Historia del rancor<div align="left"><p dir="ltr">Conocí a Margot y Rancor hace unos años. Ellos vivían cerca de mí, demasiado cerca, no imaginaba qué tan cerca. Su conducta amigable, de ganancias secundarias, me llamaron la atención.<br>
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</div><div align="left"><p dir="ltr">Eran una pareja ideal. Como muchas, como todas las parejas. Su lenguaje era el de la realidad. Se decían las cosas tal cual, con amabilidad, con una sonrisa.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Me invitaron a su casa y desde esa primera noche, nos hicimos amigos. Vino, risas, una chimenea, algunos besos. En fin, todo ideal. Todo bonito.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Solo falta que tengas una pareja —me dijeron mis nuevos amigos—, alguien que te comprenda, que sea como tú. Hablaremos con ella, para ver si está interesada.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—¿Hablarán con quién?<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Hablaremos con ella.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—¿Quién?<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Tenemos una amiga que comparte nuestras ideas, también las tuyas, también las tuyas. Se llama Samantha. Es una negra. <br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Una negra.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Está muy negra, y busca alguien para redimir su retribución. Sabe alimentar bien.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Pensé que estaban locos, o tomados, o desvelados. Los días pasaron y mi vida continuó con justa monotonía del hombre que espera un desenlace. <br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Me olvidé de estos vecinos que amablemente me habían invitado a su casa para intercambiar notas. Luego una noche de agosto ella llegó a mi casa. Resuelta. Motivada. Solitaria. Adicta.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Una negra.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Espero no llegar tarde —dijo.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—¿Tarde? —mi mirada en sus tacones.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—A tu vida. Espero haber llegado a tiempo. Veo que escribes mucho y te gustan las fantasías. Busco alguien con quien redimir cuentas y creo que eres la persona indicada, según me han dicho mis asesores vitales. Tengo dinero. Te pagaré en orgánico.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Total que esa noche me pagó en orgánico, y me dijo que tenía más en su repertorio. Era obvio. La manera como caminaba. Sus ojos. Su cabello ensortijado. Su boca apetitosa. Sus piernas. Sus silencios. Su complicidad. Su amor. Su peligro. Su destierro. <br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Esta es la historia.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Rancor y Margot me dijeron que te quieres casar —me dijo después, cuando las cosas se habían calmado.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Nunca pensé en casarme —le dije.<br></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-67463144597157459392014-08-26T15:50:00.001-07:002014-08-26T15:52:09.785-07:00Vivo el sueño mexicano<div align="left"><p dir="ltr">Escribo desde el sofá. Un té verde me acompaña. Ya no leo como antes. Para qué. En realidad de qué sirve y a quién le importa. Comentario de víctima: It all seems so stupid and unnecessary. A guy farts on the TV.<br>
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</div><div align="left"><p dir="ltr">El té verde me acompaña. Es el fin del camino. Cuando tomas té verde, es porque ya no tomas cerveza los sábados en la noche, o sales con los amigos. El conductor de la TV agrega: whatever.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Me fui a vivir a Estados Unidos, eso es lo que pasa. Ahora extraño todo lo mexicano. La comida, típico. El desorden social, atípico. El té verde me mantiene. Viva los Xolos, ahora soy soccer fan.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Escribo desde el sofá, porque rento un apartamento tan pequeño (todo cuesta más caro) que no caben muchas cosas. Todo lo dejé en Tijuana, en casa de alguien. Mis cartas. Mis libros. Mis CDs.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Me consuela saber que no soy el único que se ha venido a vivir a San Diego. La mitad de Tijuana, gente que conozco, incluso mi familia, vive en San Diego.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Es más fácil así. <br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Solo espero que no me vaya demandar un vecino o que en menos de un año esté tan gordo con la comida procesada/refrigerada, que nadie me reconozca cuando regrese a Tijuana.<br></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-17954573823672948952014-08-24T20:03:00.001-07:002014-08-24T20:10:22.261-07:00Playas de los perros<div align="left"><p dir="ltr">Cuando nos dimos cuenta, ya era muy tarde. Perros por todas partes, a todas horas, protegiendo la colonia, Playas de Tijuana, porque ellos eran protegidos, a su vez.<br>
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</div><div align="left"><p dir="ltr">Estas sociedades o grupos que protegen a los animales, hacen sus campañas en la avenida enfrente de la iglesia. Unos aprovechan y venden cachorros. Pero la idea es hacer conciencia entre la comunidad. Adopta a un perro. Vacuna a tu perro. Estas organizaciones que defienden a los perros. Sobre todo las mujeres. Dato curioso. Mujeres con mucho tiempo en sus manos, que adoptan estos hobbies filantrópicos, pero no se dan cuenta que joden a la población. O sea, no ven las consecuencias, los daños colaterales.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Demasiados perros para una colonia, y cuando los oyes ladrar, es como una horda, una jauría de animales locos, locos, pero protegidos.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Es que no los sacan a pasear —argumentan los defensores de los animales, una señora, casi siempre—. Por eso ladran, están enojados. La culpa la tienen los dueños. Es que vivimos en un país tercermundista.</p></div><div align="left"><p dir="ltr">Ladran y ladran, a todas horas, y ahora vivimos en medio de eso. Ya son más perros que personas, y ahora ellos se están organizando. Se comunican en la noche, se mandan mensajes de casa a casa, de cuadra a cuadra, sus ladridos desvelados viajan en medio de la madrugada al oído de otro perro.<br></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-3140749530635117232014-08-23T18:41:00.001-07:002014-08-23T18:41:38.206-07:00Buenas personas<div align="left"><p dir="ltr">La urbanidad de los vecinos, es lo mismo que decir la salvajería del homo sapiens. No se nos da, a algunos, no todos, la convivencia, la amabilidad. Somos seres abandonados a nuestros intereses personales. Nos encerramos en nuestras casas, como si fortalezas de protección del medio ambiente, pero si tenemos que salir y convivir, tomar en cuenta a los demás, allí quedamos muy por debajo de los animales, incluso.<br>
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</div><div align="left"><p dir="ltr">Vivimos en una isla, y moriremos solos.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Una vecina, una mujer que maneja un nivel de civilización sacado de un rancho, bajada de un monte, estrés en la voz, es un ejemplo de esta conducta antisocial que se nos da muy fácil. Es más fácil ser malvado que buena gente. Es más fácil ignorar, de ignorancia, que prestar atención.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">Fiestas de alto volumen, perro hostil que ladra a todo momento, hijos descarriados, exesposo con otra mujer, carcajadas burlescas por teléfono, copa en la mano, cigarro en la mano, carro estacionado enfrente de otra casa, en fin, nadie es perfecto.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">*levanta la mano.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—En todas partes se cuecen habas —me dice una amiga, que tiene vecinos problema a su vez.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—A lo mejor estoy pagando un karma —le digo.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—No creo en el karma —me dice—, y no veo por qué tú tendrías que pagar un castigo así, cuando eres una buena persona.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr">—Mi vecina no cree que yo sea una buena persona.<br></p></div><div align="left"><p dir="ltr"><br>
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</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-1537867956211565762014-08-07T22:02:00.000-07:002014-08-07T22:06:19.964-07:00Hallazgo<div align="left">
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Realmente nunca le conocimos bien. Me refiero a la esposa de Jonathan, nunca le conocimos y él a veces llegaba a las reuniones, y venía solo.</div>
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—¿Y Margaret?—, le preguntábamos.</div>
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—Está cansada —decía él, con un dejo de misterio.</div>
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En otras ocasiones decía que ella estaba ocupada.</div>
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—Tiene un proyecto muy importante, y lo tiene que terminar.</div>
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Siempre era algo.</div>
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Luego llegó el día que ellos se divorciaron, vaya noticia ¿eh? Agarró a la familia desprevenida. </div>
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Él no dio explicaciones, solo se limitó a decir que las cosas habían terminado.</div>
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Obviamente ya no supimos de ella. </div>
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Todas estas situaciones me dejaron un mal sabor de boca, por lo que decidí contactarla para cerrar el ciclo. La busqué en su lugar de trabajo, una empresa de buen tamaño en las afueras de la ciudad, pero su secretaria —tenía secretaria— me explicó que Margaret no estaba.</div>
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—Salió a una junta con los directivos —y me dio su teléfono.</div>
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La cosa se convirtió en una obsesión. Cómo era posible tanto rodeo. Yo solo quería despedirme, cerrar un ciclo.</div>
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Terminé por visitarla en su casa, se había quedado en la casa que había comprado con Jonathan, una cabaña en la montaña. Me llevé una sorpresa al por fin encontrarla. La vi fumando un cigarro en su terraza, mientras veía el paisaje de las montañas con una mirada circunspecta que me intimidó.</div>
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No pude continuar con mi objetivo. Solo atiné a observarla desde la calle, y me retiré.</div>
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Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-16892775805089814092014-05-29T12:32:00.001-07:002014-05-29T12:53:51.157-07:00¿Que yo me contradigo?<div style="text-align: right;">
<i>¿Que yo me contradigo? Pues sí, me contradigo. Y, ¿qué? —Whitman</i></div>
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Una de las facetas más incompresibles (y desesperantes) del ser humano es la contradicción. Por lo menos en mi caso, encuentro un conflicto enorme cuando percibo una contradicción en otra persona. Nótese que no digo en mí persona, pues yo también percibo algunas contradicciones.</div>
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Pero a lo que voy es esto: la exorbitante dificultad en entender el proceder de ciertas personas, podría acercarse a la empresa de encontrar una aguja en un pajar. Buena suerte con eso, a menos que seas un terapeuta y estés dispuesto a indagar en el subconsciente de dicha persona contradictoria.</div>
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Vayamos a un ejemplo burdo, donde se maneja la volatilidad del ser humano.</div>
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Entrada en una plática amena, una tertulia doméstica de petit comité, una mujer comenta o mejor dicho, despotrica en contra de un hombre no presente. "Está loquísimo", dice la mujer causando sorpresa entre quienes la escuchan. Luego la mujer continúa explicando las razones de por qué está loco ese hombre. "... Y deberías ver las novias que consigue, todas están locas como él".</div>
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Esos son comentarios que dejan en manifiesto que esa mujer no está interesada en lo mínimo en tener amistad o contacto con ese hombre, de hecho podría detestarlo. Pero bueno, estamos llenos de contradicciones, ¿no? Lo dijo Whitman.</div>
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Adelantamos el tiempo un poco y encontramos esa misma mujer poniendo 'likes' a las fotos y comentarios que ese mismo hombre publica en Facebook.</div>
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Momento, qué está pasando aquí, uno se pregunta, qué tipo de fenómeno contradictorio, o patológico, está sucediendo aquí.<br />
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Y la vida continúa.</div>
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Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-51414372851311016482014-03-24T19:41:00.002-07:002014-03-24T19:41:57.689-07:00El difícil arte de ignorarLo veo venir, su cabellera afro de los setentas, de vigencia retro. El hombre sabio, con su chaqueta negra y collares en el cuello. A su lado va su mujer, aparentemente lesionada en algún accidente. Cojea, y lleva un aparato para caminar. El hombre del afro la ayuda a caminar, a cruzar la calle, en dirección hacia mí. El hombre me conoce, yo lo conozco. Somos pues, conocidos del pequeño barrio tijuanense.<br />
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El hombre, sin embargo, se hace el occiso, la virgen le llama.<br />
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Voltea a un lado, voltea al otro, cuando estamos a metros de distancia baja la mirada al pavimento en comportamiento justificado de que, va ayudando a su mujer a caminar y no puede voltear a verme. Pero claro que puede, es solo que elige no hacerlo.<br />
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Yo también he ignorado a gente que me encuentro y que no quiero saludar. Debo confesar, sin embargo, que cuando hago ese comportamiento, me duele. Me duele, porque sé muy bien que estoy haciendo una canallada, que la otra persona se va sentir ignorada, pisoteada, y refutada como si no existiera o no fuera importante.<br />
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Todos lo hemos hecho, pero siempre duele.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-17216069515415124582013-09-18T19:57:00.001-07:002013-09-18T19:57:27.366-07:00Ahorrar dinero y hacer carrera—No tengo dinero para ir a la fiesta —le dijo una amiga a Ariadna. Se trata de la fiesta de la Lázaro Cárdenas, la reunión de ex-alumnos, 25 aniversario.<br />
<br />
—¿Quieres que te preste dinero? —le dijo Ariadna.<br />
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La amiga tartamudeó por el teléfono. Se escuchó un silencio sideral, incluso los ladridos del perro vecino entraron en escena para dialogar el contraste del momento. La ironía salvaje apuntando a la personalidad de la amiga.<br />
<br />
La amiga es de buenos ingresos. Aparte de rentas y salarios, recibe becas y otros subsidios para solventar el gasto mensual junto con el buen aporte de su marido. Pero la mujer es lo que se conoce como una persona agarrada.<br />
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—Seguro está ahorrando para su viaje en el crucero —le dije a Ariadna—. Así se las gastan los ricos. Ahorran y luego hacen sus movidas.<br />
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—Nunca tienen dinero —dijo Ariadna.<br />
<br />
A pocos días de la fiesta de la Lázaro Cárdenas, la amiga está a punto de retractarse. Pero en las próximas vacaciones estará cruzando el océano en un crucero o el cielo en un jet, gracias a los dineros que se ahorra al no ir a eventos frívolos.<br />
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—El mundo es de los audaces —le dije a Ariadna.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-43482704519933471762013-09-13T18:03:00.003-07:002013-09-13T18:07:51.459-07:00AusenteComo siempre, la dueña del negocio no estaba allí.<br />
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Se trata de una dueña. Me lo ha confirmado una propietaria de un local vecino cerca de ese kiosko. Es una mujer la dueña. Y hablo de un kiosko o pabellón que vende y repara teléfonos celulares. También desbloquean teléfonos, y te dan servicio de P.O. Box para recibir correo de Estados Unidos. Todo muy bonito y envuelto en un pabellón de 3 x 3 a lo máximo. En un centro comercial de Playas de Tijuana.<br />
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Pero el negocio siempre está abandonado. Y no hablo de una o dos veces que lo he visitado. Hablo de unas veinte o treinta ocasiones que he cruzado el pasillo de ese centro comercial en camino a la Comercial Mexicana u otro asunto. Unas veinte o treinta que pudieran ser cincuenta o cien.<br />
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No es exageración.<br />
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La dueña ha de ser una persona influyente que no ha de pagar renta, o ya es de ella el espacio, porque no veo cómo ese negocio pueda sobrevivir cuando siempre está cerrado. Eso sí, siempre tiene un anuncio pegado en la ventana: regreso en 15 minutos.<br />
<br />
—Habrá ido al baño —me dijo la propietaria del local vecino—. El candado de su puerta no está puesto.<br />
<br />
—Habrá ido a tomar un café —le dije en plan de burla.<br />
<br />
Se trata pues, de una comerciante fantasma. Pensé en quedarme por allí, sentado en alguna banca estratégica para sorprenderla cuando regresara de su mandado. No para comprarle algo, sino para ver qué clase de persona atiende un negocio así.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-55162963336126197752013-09-13T12:25:00.000-07:002013-09-13T12:25:00.498-07:00La señora que no envejeceEste es un increíble caso, verídico. Disfruten y comenten con un like, si gustan.<br />
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Hay un caso de una mujer que no envejece en mi calle. Es un caso sorprendente y controversial. ¿Qué opinan ustedes, siguen leyendo?<br />
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La acabo de ver subiendo un perro grande a un carro. La señora subía el perro al asiento del copiloto mientras su amiga la veía empujar al perro y someterlo para que se sentara. Se requiere fuerza para esa faena. El perro peleaba con ella. Pero ella no desistía. Empujaba al perro sobre el asiento. La amiga esperaba.<br />
<br />
A sus qué, ¿70 años? —nadie sabe su edad—, esta mujer luce como si tuviera mi edad, o casi mi edad. Luce de unos cincuenta años. Este efecto retro inició hace un par de años. La empecé a notar más joven, o como si el tiempo se hubiera detenido para ella. En cambio el marido apenas se puede mover. Camina como si arrastrara el ataúd en la espalda. El marido con el cabello blanco. Ella con el cabello café.<br />
<br />
No sé en qué año nació, ni qué edad tiene. Solo sé que es chocante ver cómo los demás envejecemos, y ella continúa fresca y activa, yendo y viniendo en su casa. Siempre barriendo, siempre levantando las hojas que caen de su maldito árbol. Es chocante su obsesión, su ardor por vivir. Joder, déjese de una vez quiere. Deje de robarle el oxigeno a alguien más joven que usted.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-37471930825322680892013-09-12T18:52:00.000-07:002013-09-12T19:04:23.420-07:00Consumido por la escrituraCuando uno escribe intensamente por unas horas, se hace un silencio dentro de uno. Las palabras se han detenido y ya no hay nada.<br />
<br />
¿Qué tipo de energía se ha retirado del cuerpo al escribir?<br />
<br />
—La misma que la del sexo —me dijo en una ocasión una amiga.<br />
<br />
Mi opinión: escribir es una electricidad que a momentos duerme dentro de uno, solo para estallar cuando hay el impulso de escribir.<br />
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Ahora me siento consumido. He saciado mi necesidad de escribir y ya no queda mucho que ofrecer. Hay que recargar la batería.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-67402456855495332242013-09-12T18:08:00.002-07:002013-09-12T18:08:48.104-07:00Aficionados al arte del multinivelFrank aun no llegaba y me puse a hojear unos libros en Sanborns.<br />
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Sanborns podría ser el lugar más seguro de México. Siempre han tenido a estos hombres de seguridad, con sus sacos pulcros y earplugs en las orejas. Vaya, como si fuera una amenaza el constante hurto de libros. ¿Quién se roba un libro? Pues nadie, pero allí están estos hombres encima de tu cara, para hacerte incomoda la hojeada de libros.<br />
<br />
Cansado de echar vistazos a la entrada, me dirigí al café para reunirme con Frank, y allí estaba, entre un stand de lociones. Nos saludamos de abrazo y entramos al comedor como grandes amigos.<br />
<br />
Apenas nos saludamos en la mesa, cómo estás, qué has hecho, me empezó a tirar las bases de su negocio de multinivel. Durante los siguientes treinta minutos que estuve allí, Frank me vio cara de cliente. Para que me haya invitado a tomar un café con el pretexto de saludarnos, quizá me vio como cliente desde entonces.<br />
<br />
Hasta para la mesera era evidente esta intención. Se trataba de una mujer muy bonita, morena, ataviada con el reglamentario uniforme de mesera de Sanborns. Una falda tipo Adelita de la revolución, con un tanto de maquillaje para realzar las facciones. Aparte, su sonrisa amable. Aparte, sus pechos.<br />
<br />
—Sin duda este es el lugar más vigilado de México —le dije a Frank—. No puedes leer un libro a gusto en la librería. Te sientes incomodo porque los de seguridad te están viendo para ver si no te robas un libro.<br />
<br />
—Sanborns es una empresa de mucho prestigio —me dijo Frank, mi tío. Frank era mi tío—. Su comida tradicional, y por supuesto, el buen servicio al cliente.<br />
<br />
La mesera empezó a sonreírme. No sé por qué, pero era notorio su interés por mí. Quizá se compadecía de que yo estaba siendo objeto de un sales pitch mal intencionado. Quizá ella estaba acostumbrada a ver estas escenas en Sanborns. Sanborns, Vips, son los lugares preferidos por las empresas de multinivel. Les dejan consumir un cafecito y pasar allí un tiempo considerable. Todo por tener presencia de clientela.<br />
<br />
Decidí escuchar un poco más a Frank, su sales pitch. Luego me disculpé y me dirigí con la mesera a quien le di mi boleto del parking, para que me lo sellara.<br />
<br />
Al poner el boleto en su mano, sin embargo, le vi una expresión en su cara que no le había notado. Y de cerca, el perfume que despedía su cuerpo era del orden comercial.<br />
<br />
—Salgo en un par de horas —me dijo.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-18247318658898595342013-09-12T17:13:00.001-07:002013-09-12T18:55:31.327-07:00El terreno número 88Estamos en uno de estos desarrollos dinosaurios de Tijuana. Mira que lo tengo claro. Allí vamos, camino a Rosarito, y todo ese calor lleno de polvo. Una avenida perdida que conduce, eventualmente, a este desarrollo perdido.<br />
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—Ya están vendidos todos los terrenos —nos dice una empleada de la inmobiliaria—. Fue un desarrollo viejo, ya no hay records.</div>
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<div>
Preguntamos si alguien nos puede llevar a conocer el terreno que buscamos y la respuesta es que ya no hay vendedores de aquellos tiempos, solo vendedores jóvenes que ahora están promoviendo unas casas que parecen influenciadas por Estados Unidos. Llevan un siding de Hardie Board en la fachada. En fin.</div>
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Estamos en este mundo perdido. Un desarrollo detrás de otro desarrollo. Es decir, un desarrollo en una montaña, con calles de tierra, y nada de señalamientos. Buena suerte.</div>
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—Por aquí encontraremos vestigios de algún dinosaurio —dice Daniel—. Parece Jurassic Park. Es increíble la lejanía urbana en contraste con la ciudad.<br />
<br />
Estamos buscando este lote perdido, y no traemos un mapa, un plano, un croquis que identifique la ubicación correcta. Por el cielo pasa un avión de una aerolínea foránea. Daniel se limpia el sudor de la frente. Seguimos.<br />
<br />
Seguimos buscando esta propiedad que podría estar invadida por alguna familia necesitada.<br />
<br />
—Si alguien invade tu propiedad —me dijo un abogado el día anterior—, estás perdido. En todo Tijuana hay dos agentes que se encargan de investigar las denuncias de despojos. No se dan abasto. Te llevan el caso hasta dentro de uno o dos años. Si bien te va.</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-51919223779399841832013-09-11T21:31:00.003-07:002013-09-11T21:32:12.521-07:00#9111<br />
Apenas entramos a Walmart —él iba delante— soltó un humo por su boca, como de cigarro, que respiramos al no tener otra alternativa.<br />
<br />
2<br />
Pero algo me crispó. El hombre no traía un cigarro en su mano, sino una especie de herramienta. Como un medidor de presión de llantas.<br />
<br />
3<br />
Regresé mi atención al recuerdo del humo blanco. Había salido uniformemente de su boca. Humo blanco. Me asusté. ¿Qué habíamos inhalado?<br />
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4<br />
Seguimos caminando. Él parecía muy tranquilo. Una amenaza entró en mi conciencia, pues era 9/11. ¿Y si se trataba de un terrorista?<br />
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5<br />
Digamos, un terrorista que acababa de contaminar la atmósfera del mercado con un gas mortífero, y nadie se había dado cuenta, más que yo.<br />
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6<br />
Iniciamos las compras en Walmart, pero ya nada era igual. No podía dejar de pensar en ese hombre, que ya se había perdido entre la gente.<br />
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* * *<br />
Publicado originalmente en Twitter, 9/11/13<br />
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<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-83504270628950364672013-09-11T21:23:00.002-07:002013-09-11T21:26:29.770-07:00Vendido—Una vez que algo está vendido —me dice—, no se puede volver a vender.<br />
<br />
Estoy de acuerdo con su observación, ¿pero cómo hacerle entender a ella?<br />
<br />
—No puedes vender una cosa dos veces —continúa él—. Para que me entiendas, lo vendido, vendido está.<br />
<br />
Asiento. Un poco inquieto, pero asiento.<br />
<br />
—Se llama fraude —me dice—. Vender una cosa dos veces se llama fraude.<br />
<br />
Solo una vez, pienso, solo una vez.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-88806699167689206542013-09-11T19:17:00.000-07:002013-09-11T19:19:07.752-07:00Rumblings in the nightYa no tengo contacto con escritores de la frontera como antes. Todo cambia. Uno cambia. En fin.<br />
<br />
Pero leo el blog de Lorena Mancilla, y respeto su constancia. Allí sigue escribiendo, blogueando. ¿Estará en Twitter? Lo dudo. Muchos autores no le han encontrado el sabor a Twitter. Daniel Salinas es otro que abrió su cuenta y la abandonó. Gerardo Nemónico es otro caso. El abandonar un medio que no satisface lo que un escritor determinado busca. Elogios, lectores, seguimiento, público.<br />
<br />
Leo a Lorena Mancilla, la conozco poco, o algo, no sé, y digo, bueno, me gusta lo que escribe, y eso inspira a escribir: si ella continúa, ¿por qué yo no?<br />
<br />
A veces se requiere de una sola persona para mover a muchos.<br />
<br />
Quizá los blogs, el Twitter, algunas redes sociales, Facebook, no sean afortunadas para autores que no tienen la notoriedad como otros autores más conocidos, que con solo abrir su cuenta de Twitter, y con ella firmar sus columnas, ya tienen miles de seguidores, aun y cuando solo escriban superficialidades.<br />
<br />
Tal es el mundo de los escribientes. Un placer solitario, de buena suerte. Buena estrella, si esta te visita.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-56452999969326609922013-09-11T19:01:00.001-07:002013-09-11T19:04:33.231-07:00Ay Twitter, ay blog.Vengo de Twitter al blog, y lo más probable es que regrese a Twitter y deje el blog. Siempre dejo al blog. Quién lee y qué más da.<br />
<br />
Escribo a intervalos (leo a intervalos), porque algo debo escribir. Lo malo es que esa necedad de escribir pide a gritos un lector. Si no, ¿por qué hacerlo en Internet, mmm?<br />
<br />
Se ve muy caduco quejarse por no ser leido, se ve patetico. Pero precisamente eso es lo que me sucede en Twitter. Es un continuo 'no ser leido', solo 'ser visto'.<br />
<br />
"Mira, allí va un tuit de ese tal BR. Mmm, no me interesa lo que escribe, sigamos leyendo los demás tuits".<br />
<br />
¿Por qué no interesa un tuit? Mmm, ese es un dilema que no he podido resolver en casi un año de tuitear constantemente. Es la pregunta del millón, y yo no tengo la respuesta. Eso me ha dramatizado un calvario personal de insatisfacciones literarias, que van y vienen, porque el amor a escribir me mantiene fiel y constante, y allí ando, y aquí ando.<br />
<br />
El drama de Twitter: ¿Por qué pierdo el tiempo allí? Lo hago por una razón muy obvia, por la misma razón que todos: por la inmediatez, por ser una literatura portátil que llevas en el bolsillo, y puedes sentir que aportaste algo al mundo desde la comodidad de tu smartphone.<br />
<br />
Pero tal vez sea esa inmediatez portátil su peor enemigo, lo que le resta trascendencia al mensaje, aunque escribas muy bien.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-18463905853508500082013-08-22T12:32:00.003-07:002013-08-22T12:32:41.231-07:00BlogTuiter 7/28/13 - 7/29/1312<br />
¿Cuál es esa canción que ensayas todas las noches?<br />
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11<br />
Cuando te encuentras a una persona en la calle que no tenías ganas de ver, debes decir 'Claro'.<br />
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10<br />
Me pasa. Me pasa con regularidad. Soy víctima de mi anhelo de sentirme querido.<br />
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9<br />
Si dejo la boca abierta, se me salen las palabras.<br />
<br />
8<br />
Los víboros celosos de watepeor.<br />
<br />
7<br />
Tengo razones. Esas razones llevan al silencio.<br />
<br />
6<br />
Hoy me llamo lunes, mañana me llamaré martes, y así.<br />
<br />
5<br />
¿Escribir es de huérfanos?<br />
<br />
4<br />
Voy a inventar señales luminosas que lleven tu nombre, ida y vuelta.<br />
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3<br />
Así como te avergüenzas de mí en público, yo me avergüenzo de ti en privado.<br />
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2<br />
Me pregunto si algunas personas tienen conciencia, o simplemente se bloquean.<br />
<br />
1<br />
¿Visitaré a un tío?<br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-90785648452482874832013-07-27T17:48:00.001-07:002013-07-28T11:23:58.662-07:00Ahí va esto—¿Qué tanto lo odias? —le preguntaron, enfrente de unos amigos.<br />
<br />
Él asintió sin decir nada, escondido detrás de sus anteojos obscuros. Aun había luz, pero el lugar ya presentaba sombras.<br />
<br />
—Perdón —dijo—, ¿podrías repetir la pregunta?<br />
<br />
—¿Qué tanto lo odias?<br />
<br />
Asintió y acercó el cigarro a su boca. Asintió y volteó hacia la calle, donde pasaba un Honda rojo. Volvió a asentir y fumó su tabaco. Sonrió un poco, no mucho, solo un poco.<br />
<br />
—No entendí tu pregunta —dijo.<br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-5505714725028862952013-05-29T11:39:00.001-07:002013-05-29T11:49:08.491-07:00La Poli<div style="text-align: justify;">
Durante años frecuenté el centro de la ciudad. Cuando entré en la Secundaria Federal Lázaro Cárdenas, o la Poli, mis papás optaron por que me regresara en camión a mi casa. Una opción ruda. Un cambio para mí, que venía de una primaria particular.</div>
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Para que se le forje el carácter.</div>
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<br /></div>
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Sin embargo, el cambio me afectó. Terminé perdiéndome en esa escuela. Me perdía entre los amplios espacios, entre edificio y edificio. Yo, que estaba acostumbrado a una escuela pequeña, ahora tenía demasiados lugares a dónde ir, y las opciones me abrumaban. Nunca hice amigos. Se puede decir que pasé de noche la secundaria. Mis únicos recuerdos fueron los trayectos de ida y venida. De ida, en el carro apretado del papá de un amigo. De regreso, en camiones anodinos, desolados, indiferentes.</div>
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<br /></div>
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Mis papás me daban unas monedas cada día, las cuales debía racionar en algún refrigerio en la escuela, y el transporte de regreso a mi casa. A veces le robaba unas monedas a mi papá de su tocador. A veces, en lugar de usar esas monedas en el camión —tomaba dos camiones: uno de la escuela al centro, y otro del centro a mi casa—, me ahorraba el dinero pidiendo raite y así pasaba a una panadería y me compraba un pan, ya que salía con mucha hambre de la escuela.</div>
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<br /></div>
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Mi ingenuidad o falta de malicia no me hacían ver que pedir raite podía ser una actividad riesgosa para un joven de doce, trece años. Supongo que mi manera de ver la situación era más o menos así: qué tanto pueden hacerle a alguien que tiene que pedir raite porque no trae dinero. Sin embargo, nunca vi más allá. Nunca atisbé que podría haber otros peligros.</div>
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<br /></div>
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Llegaba al centro y caminaba hasta dar con el otro camión. Caminar las calles del centro de Tijuana era muy rutinario y cómodo. Uno se acostumbraba pronto a andar entre el tráfico, la gente, los negocios, sin hacerle caso a nadie. Es decir, caminar rápido y no confiar. Solo una idea: llegar al destino, al pan dulce, al camión.
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A veces hacía escalas para distraerme. Había una tienda de deportes en el centro, La popular. Allí echaba ojo a lo último en cuanto a guantes y bats de béisbol, el deporte que comenzaba a practicar con fruición con unos amigos de la colonia. En aquellos tiempos los Atléticos de Oakland eran mi equipo, también me gustaban los Dodgers de Los Ángeles, luego los Padres de San Diego.</div>
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<br /></div>
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Al llegar a la licorería, de donde salía el camión, solía encontrarme con algunos conocidos que también iban a Playas. No es que fueran amigos, sino que compartíamos la ruta, el destino. Algunos no iban en mi escuela o salón, algunos eran más grandes. El caso es que todos íbamos al mismo lugar, y eso nos unía.</div>
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<br /></div>
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Yo era el tranquilo, el que observaba a estos más adiestrados dominar el espacio del camión. Se sentaban en la parte de atrás, la zona de los rudos, para dominar a los que iban enfrente. Estudiantes, empleados, vagos, sirvientas, alcohólicos, músicos. De todo.</div>
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Yo veía en silencio. Escasamente hablábamos. Quizá ellos bromeaban entre sí, pero yo nunca me metía.</div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3917056.post-89306969557439567402013-05-21T18:26:00.000-07:002013-05-21T18:46:43.188-07:00Ojos estiradosLas maestras son un tema muy interesante, dijo Severino, que despierta pasiones encontradas en un sujeto habilitado de imaginación. Por un lado, juegan un rol importante en la educación de la sociedad, por otro lado, guardan un misterio.<br />
<br />
Severino pasó a relatarme cómo se había hecho aprendiz de una maestra de ojos estirados. Tenía ojos como de gato, dijo, luego ella me confesó que tenía parientes orientales, y de allí venía el look.<br />
<br />
Era entendida en el arte de las pociones —así las llamo yo—, aunque ella me decía que se llamaban Flores de Bach. Yo siempre las entendí como pociones. Vengo por otra poción, le decía. Ella iba a su cuartito en la parte de atrás de su casa —vivía con su tía—, y más tarde regresaba con una botellita, dándome instrucciones de cómo debía ingerir la poción.<br />
<br />
El único contacto que tenía con ella consistía cuando estiraba mi mano y la saludaba de mano. Ella tenía novio, y eso había quedado entredicho. Pasaron un par de sesiones, sin embargo, hasta que ella se sintió más en confianza, y yo lograba detenerle la mano más tiempo de lo normal, cuando nos saludábamos.<br />
<br />
Yo sentía una gran cantidad de luz inundar mi corazón, cuando tocaba su mano. Un día se lo dije, a lo que ella pegó un gemido y pareció molestarse.<br />
<br />
—Soy maestra señor, por favor —su voz quedita, bajando la mirada, mientras le detenía su pulcra mano.<br />
<br />
Eso ocasionó que dejara de visitarla en su consulta, ya que el cargo de conciencia me ganó.<br />
<br />
Severino me relató que solo la veía cuando dejaba a sus hijos en la escuela. La maestra se cruzaba de brazos cuando él llegaba, o cambiaba de dirección la mirada. Severino se acostumbró a tener solo recuerdos de ella.<br />
<br />
A veces abría los ojos en la mitad de la noche, y la podía ver, su cara pulcra, su cabello largo, recién lavado, sus ojos estirados. Cómo se iba a fijar en mí, me dijo, un hombre calvo, con bigote, divorciado.<br />
<br />
Un día la vi en un evento de la escuela de mis hijos. Estaba sentada en una banca, con las piernas cruzadas. A su lado estaba el que parecía ser su novio, le detenía la mano con mucha paciencia, mientras ella me lanzaba una mirada de ojos estirados, circunspecta. Qué estará pensando, me dije.<br />
<br />
Sintiendo algo de pánico, o miedo, de que fuera a decirle al novio, me puse a platicar con otro maestro, el maestro Martín, de Educación Física.<br />
<br />
Severino me dijo que luego vio que la maestra se paró, dejando al novio en la banca, y caminó a una mesa de comida, para quedar precisamente en la dirección de su mirada.<br />
<br />
Severino le vio el rostro pulcro, limpio. Ella se giró y Severino sintió el contacto inquieto de su mirada.<br />
<br />
—Debo irme —le dijo al maestro Martin—, dejé el auto mal estacionado.<br />
<br />
Severino me dijo que la mirada de la maestra de ojos estirados, podía ser tan cálida como amenazadora, lo cual confundía a cualquiera.<br />
<br />
Por lo que un día llegó decidido a solicitar otra poción, en la casa de la maestra. La maestra lo recibió con sus ojos estirados, y sonrisa impecable, tranquila.<br />
<br />
—Buenas tardes profesora, he decidido volver a iniciar mi tratamiento antidepresivo.<br />
<br />
La maestra lo vio emocionada y se estiraron la mano en un saludo que duró más allá de lo normal.<br />
<br />
De noche, muy de noche, cuando se encontraba descansando, Severino se imaginaba que ella cerraba sus ojos estirados y abría la boca, esperando un beso.<br />
<br />
Un día la maestra lo recibió como de costumbre, a las cuatro de la tarde, para entregarle una nueva botellita con Flores de Bach.<br />
<br />
—Debe cuidar la postura señor —y le puso la mano en su espalda, mientras el creyó leer algo en su mirada, algo que lo movió por dentro.<br />
<br />
Los ojos de ella nunca sonreían, me dijo Severino, pero te veían de una manera que te hacían participar activamente en verla. En una ocasión me sugirió una pose de yoga para aliviar un dolor de espalda, por lo que puso su mano en mi ingle y la mantuvo allí. Me dijo algo del kundalini, que no recuerdo, y me hizo flexionar la pierna, ocasionando que su mano resbalara hacia mi entrepierna. ¡Profesora!, pensé. Pero ella se puso de pie y cruzó sus brazos, como lo hacía cuando me veía en la escuela. Solo me miró a los ojos con un gesto muy elegante que no había visto en sus ojos estirados. Era una combinación de sonrisa tímida y chispa de alegría.Unknownnoreply@blogger.com0