(uno)
En el portento de una observación, el observar a una persona en un ámbito, se descubren designios majestuosos de comportamiento. Somos un canvas de expresiones y movimientos. Al observarte parada, me observo yo: encuentro en ti los rasgos que me hacen peculiar ante tu mirada. Si me observas.
(dos)
Entiendo tu postura, pero al mismo tiempo entiendo tu rechazo que te hace evidente a una cuestión de interés: eres portador de los mismos defectos que me acosan.
(tres)
El hecho de que no estreches la mano, es suficiente letargo de sentimientos atrapados. Tú, tú, y tu orgullo, temblando ante una vela de inocencias perdidas.
(cuatro)
Tienes la vara metida entre los ojos como una espina de adobe barato. Hablas. Dices. Lloras como un hombre en celo. Quieres ser más de lo que eres, pero no hay tiempo. Nunca hay tiempo.
(cinco)
El siguiente año tendré menos tiempo --nunca hay tiempo-- para redactar Blog. Quisiera prepararme para dicha contingencia, pero sé que nada es permanente. Escribir es relativo a tiempo y espacio. Si no tienes, estás en peligro de extinción. Uno se adapta. Supongo.
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