Mi lucha contra el cigarro tuvo un fin a medias. Después de dos años y medio llevo unos tiempos alternando humos en sesiones esporádicas: cuando me tomo unas frías en viernes, o cuando salgo en la noche al patio, a una sesión de contemplación lunar: un cigarro al día no hace daño (dicen). De alguna manera, el encender un cigarro, es como encender una persona (dicen).
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