3. Entre más escribo, encuentro que soy largamente intuitivo. Esto me hace recordar charlas con Rod acerca de la cuestión de creación literaria, cómo llegamos cada quien a un producto de ficción. Mi formula es intuitiva, y eso me lleva a recordar un impreso que H llevó un día al taller: la Prosa Espontánea de Kerouac. Escribir bajo una respiración, como una respiración.

2. Ya no quiero ser inteligente. De hecho, nunca lo fui. Se me hace una estupidez andar de inteligente, haciendo relatos inteligentes y momentos inteligentes para que la gente diga, wow, qué momentos de inteligencia manejas. Creo que la inteligencia es lo mejor y nunca pasará de moda.

1. La mitad de las cosas que escribo son puras sandeces. La otra mitad también. De hecho, por eso escribo. Por puro desenfado de hacer algo con mi mente, que no se me vaya a otra parte. Supongo que debería darme cuenta, y dejar la sandez, pero no se me da. Se me da más lo otro.