2/27/2006

Vértigo

El protocolo no fue necesario en vísperas del vértigo que me golpeó la consciencia cuando me levanté de la cama. Eran las seis cuarenta de la mañana y el día se veía auténticamente gris fronterizo con señas de lluvia.

Era lunes y había muchas cosas que hacer. Ir al baño. Visitar la ducha. Rasurar la barba, la cabeza. Ponerse ropa apropiada para un lunes frío mientras todo este tiempo el efecto sísmico del vértigo seguía en mi consciencia ahora en forma de preocupación, su causa, sus futuras actuaciones en mi salud.

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