--Ya hice cita con la FBI --argumentó el Dictador de la oficina, estaba molesto porque alguien se había metido a la oficina y le habían robado su computadora--, aunque les raye la madre, tengo cita con la FBI. Me conocen bien. Tengo cita con la FBI.
Miré de soslayo a un compañero y todo quedó entredicho en cuanto a su estado mental. El Dictador había realizado una maniobra siniestra. Se había metido él mismo a la oficina para robarse la computadora, para que luego su papá --nuestro patrón--, se la pagara.
--Yo sé quién me la robó --agregó--. Fue mi primo, mi papá, la esposa de mi papá. Todos ellos se metieron y me robaron la computadora. Nunca me dieron las gracias. Alguien va pagar.
Sentí que mis pulmones se llenaban de hilaridad conveniente. Se le veía agitado. Eran momentos delicados para llevar a cabo un comentario inquietante, solo mostrar sorpresa porque alguien se había metido a la oficina.
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