Tengo que ir al dentista. Esto me pone caviloso: mi dentista es de las personas que suscita un horror por el taladro. Cada consulta es un tira-estira de pasiones densas, un huir del taladro que me entierra en las muelas sin molestia de dolor u anestesia local. No seas exagerado, me dice. No seas exagerado. Me clava su arma de Holocausto en el nervio: No seas exagerado, me dice. No duele, me dice. Tengo su expresión en mi cabeza. Cada consulta es un nervio. Un huir del nervio. Tengo que ir.
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