Relatos buenos para nada, y qué
Adriana le dijo que había mantenido contacto con sus cuentos desde que la intuición, el olfato y la duda, la llevó a meter la mano en un estante de una librería... Adriana le dijo que los escritores eran unos consentidos hijos de mami que se la pasaban inventado puras faramallas para asustar o impresionar a los lectores que todavía estaban medio salidos como para leer esas cosas...
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