AROMATERAPIAS SABIAS
Casi parecía taller, la información que me estaba dando la empleada del negocio ese de aromaterapia. Una especie de almohadón o cojín teraupetico que te colocas en diversas partes del cuerpo, y sueltan la terapia, bajo el influjo del calor (previamente se mete al microondas para calentarse). La mujer, una sudafricana con acento británico que resultó ser de Argentina, me hacía disfrutar del masaje, tratando de atraer mi interés con sus partes nobles (tetas, que fluían libremente del escote). La acción de las hierbas, me decía mirándome a los ojos, tratando de hipnotizarme, es calmar los nervios. Buen marketing, pensé, colocar una mujer de ojos café, con escote intenso, acento británico, sonrisa atractiva, calmar los nervios, para venderte unos cojines que nunca vas a usar en tu vida. De qué parte de Sudáfrica sería, pensé. Nunca había conocido una persona de Sudáfrica. El ritual de ventas terminó mal para ella. No fue bastante el convencimiento de sus atributos. Bueno, casi lo fue.
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