Yo nunca fui de los que se paran afuera de la casa de una mujer para vigilar sus pasos. Bueno, sà fui. TenÃa una novia-amiga que me traÃa barriendo y desatinando los desamores universitarios, y a veces (cuando ya no toleraba su silencio) me estacionaba afuera de su depto (en domingo) con una caguama en las piernas y un casette de Pearl Jam y esperaba a que llegara. Nunca llegó.
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