Sigue la mata dando: Asesinan a periodista de Semanario Zeta
Hace unos días hablábamos de la identidad tijuanense.
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I know you, you nice man, you write in that paper, don’t you, what is it called? Frontier? You write in that paper, don’t you, you famous, you glorious man, you write in that paper, don’t you, what is it called? Bitacora? Mexican? Yes? You write the songs that make me want to fuck, you are the one and only, please be mine, mine and only, please be mine, you write the songs, you publish and post from the comfort of your desk, you lousy piece of, please be mine. You are the one and only, can I come? You write the songs, you’re no David Foster Wallace, you are famous, you glorious man.
JADE
Tendré que dormir en el piso, dije. Ella se sentó en la cama. Habló a la recepción. Pedimos dos camas, dijo, pero sólo nos dieron una. Eventualmente terminamos en la cama. Ella, esperando luz verde para mover las sabanas más cerca de mí, estacionarse más cerca de mí, decir que yo era una mujer infiel. Era una mujer extraña, Jade, sus ojos verdes, brillantes. Al día siguiente me costó trabajo levantarme. Mi voluntad no fue superior a sus ojos. Todavía recuerdo. Una forma de condena.
OFFICE
Desde que Matilde entró a trabajar a la office, tuve que asumir el rol de inadvertido. No podemos decir que somos pareja, dijo ella, va en contra de las reglas. Cierto. No podía decir nada. Incluso cuando empezaban los tratos con los compañeros de trabajo que querían abordar a la mujer atractiva de falda ejecutiva y medias, la que usaba tacones, esa, la nueva.
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