La había colocado en sus labios, ojos enmarcados por el cabello, ¿mordía? Ricardo, quítale..., y la mujer empezó a lamer, chupar, morder. Una mujer de 1.70 que antes le había dicho que le gustaba morder, ahora parecía envuelta, y su figura delgada, fibrosa, el olor a limpio, pero seguían en silencio.
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