9/06/2004
Llevé a cabo una empresa arriesgada: me subscribí a Frontera. Fue interesante ver, empezar, abrir la puerta, encontrar el diario en el piso, envuelto con una liga (cierto jubilo). El personaje de una película lo recoge con cierto jubilo y pronto estaré informado de los últimos acontecimientos (será?) mientras desayunas en la cocina un yogur, ¿pan tostado?. Un hábito peligroso, digo, Frontera ha decaído, pero su formato editorial es ameno, lees titulares: los domingos lees Día Siete. En este ejemplar aparece Fadanelli, un artículo en la última página. No sé, no me llama la atención Fadanelli.
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