Le estoy muy agradecido por sus observaciones, porque casualmente en este verano me preocupa menos este problema, con seguridad el más importante de todos; floto alrededor de él, como un pájaro, con la mejor intención de observarlo desde arriba con un ojo lo menos moderno posible. Confieso que debo admirar su tolerancia, como también lo sobrio de su estilo.
Pienso, al llegar a Alemania, empezar a trabajar en el problema sicológico del Tatuaje (ejercicio 2) y al mismo tiempo iniciar mis relaciones con la literatura cibernética. Me servirá, en el más elevado sentido de la palabra. Quiero que se derrita el hielo de mi severidad y de mi arrogancia.
Mi editor me envió email ayer, diciéndome que le mandó mi cuento anterior a Hipertextos. Ahora, mi querido señor, tendrá que hacer usted buena cara al mal juego; me refiero a esta literatura de Nietzsche.
Quedo suyo.
F. Nietzsche
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