[Literatura Aleatoria]
4/03/2015
Personas que te acompañan por la vida
Claro que me dolió. Tanto, que me hizo regresar al blog (¡Ja!). Me dije que tenía que exorcizar ese demonio de alguna forma, darle sentido a esa forma de ser que tenemos las personas, ser crueles unos con otros. No te reconozco.
Este siempre ha sido un misterio para mí. Un misterio sin solución. ¿Por qué la gente se hace cochi? Luego la mente empieza: ¿Le hice algo, le dijeron algo de mí? Y en fin, un torbellino de sueños que llevan al sufrimiento. Al Samsara, dicen en el budismo.
Por qué somos así. Basicamente ha sido uno de mis dilemas existenciales desde que recuerdo. Encontrarme a alguien que tenía en buen concepto, y que luego esa persona actué de forma que contradiga ese concepto.
Yo también me he hecho cochi y no he saludado a alguien, he ignorado a alguien, y se siente tan rico, tan elevado, que uno siente como si hubiera ganado algo. Quizá un concurso de popularidad: no te saludo, porque no eres nadie, y yo sí, y no puede perder el tiempo con personas como tú.
Esta mujer seguramente ahora siente culpa. La culpa, una de las emociones más destructivas. Esta mujer, quizá ahora vive en un mundo paralelo, donde tiene sentido su forma de actuar.
Y yo, yo estoy aquí, dudando.
9/05/2014
Un final agridulce, Cerati.
Cerati, che, ¿habrá muerto de coraje, soledad?
Me hago esta pregunta. Digamos que en un estado de coma, la desesperación de estar atrapado allí -aunque haya conciencia o no-, la desesperación de sentir o sospechar lo que sucede afuera, sin poder romper el hielo, solo mover un dedo ante el saludo de un allegado que visita en el hospital. Como estar debajo del hielo, en un mar congelado.
Conocí a Cerati. Un gran tipo, alto, omnipresente, soberbio, argentino. Tomamos unas cervezas en un antro de Tijuana después de un concierto. A mí me confundían con Zeta, el bajista de Soda Stereo, mientras Cerati se reía de la escena.
Siempre fui fan de Cerati. Primero de Soda Stereo, en aquellos tiempos sonaba Doble vida. Un amigo puso el cassette y dije, y estos quiénes son. No apostaba por el rock en español, porque luego de escuchar todo el movimiento punk/goth/new wave que salía de Inglaterra, el rock en español se me hacía inferior, una copia. De hecho Cerati admitió que trataban de imitar a Police.
El caso es que les salió mejor. Había una nueva manera de sentir la música con ellos. Era en español, pero uno quedaba con la sensación de estar viviendo algo novedoso. Algo propio, latino, pero con propuesta y sensibilidad.
Luego se fue por su cuenta y siguió innovando. Eso era lo que me gustaba de él. Era un innovador que no temía arriesgarse. Creaba texturas que envolvían. Texturas que parecían fórmulas, en algunos casos, que iba repitiendo, pero siempre revelaban nuevos matices, nuevos entendimientos, y uno decía, Cerati, maestro, lo volviste a lograr.
Su último disco me parece el mejor. En él hay una belleza potente. Cerró con broche de oro. Quiso ser una fuerza natural. Pero le ganó la desvelada, la malpasada, el exceso del éxito en la cumbre del rock.
Cuatro años en coma, debajo de ese mar congelado, hasta que la música se le fue retirada.
Che, Cerati, ¡gracias!
9/04/2014
La lentitud de los parias
Decidimos mandar a desaparecer al perro. Hacía mucho ruido, sobre todo en la noche, cuando dormíamos. La vecina ni en cuenta. Ella feliz, colgada del teléfono, con un cigarro en la mano, y una copa en la otra. La habían dejado sus hijos. Sus ataques de rabia, curiosamente como el perro, fueron demasiado.
Lo difícil fue encontrar alguien que hiciera ese tipo de trabajo. Aunque tampoco tan difícil. Hoy en día hay mucho vaguito por las calles, buscando un chance, echando un ojo. En fin, no muy difícil, después de todo.
—Y de paso te llevas al otro perro —le dijimos—, al del vecino.
Entre ambos hacían mucho ruido. Eran un equipo, un combo malévolo, por no decir culero. Curiosamente ambos llegaron al mismo tiempo, como un regalo del infierno, y curiosamente ambos perros eran callejeros, o sea tenían el estigma. O sea, esto ya estaba predestinado. Pero uno puede cambiar su destino, ¿no?
8/31/2014
Los otros días
Según KM, hay un impulso primitivo que contradice las buenas intenciones de la mujer más recatada. Durante unos días del mes, muy particulares, muy inesperados, ellas son capaces de trepar árboles, esperar a que aparezca su presa, caerles encima, llevarlos por el aire. Otras trepan paredes. Otras te invitan a su apartamento. Otras firman convenios. Otras escriben libros.
—Llegan esos días —dijo KM—, y qué vas a hacer. Supongo que para ti esto es un discurso foráneo, pero yo soy un profesor en ese arte de la ubicuidad. El secreto está en esperar. Ya sabes cómo son, llegan esos días, terribles, contradictorios, y su biología las traiciona, las 'trolea'. Trepan árboles, escriben pensamientos, comparten fotos. Si antes defendían conceptos y teorías acerca del buen vivir, moralismos fundamentados en los condicionamientos que la sociedad les impuso desde pequeñas, lo que se espera de ellas, cómo deben comportarse, la buena conciencia, la familia como institución, cuando llegan esos días pierden el piso y trepan árboles, paredes, rasguñan muebles para afilar sus uñas, se doblan sobre escritorios, mandan mensajes, se resbalan, y no pueden detenerse.
—Supongo que lo que dices es subjetivo.
—Son datos duros y concretos, basados en años de estudio e investigaciones de campo. ¿Me crees?
—Supongo que sí.
Bebimos el whisky.
—En una ocasión, una completa desconocida me invitó a su apartamento . No tenemos mucho tiempo, me dijo, asomándose por la ventana y doblando el cuerpo. Qué iba a saber yo que esta mujer era una respetable ama de casa, pero en ese momento lo desconocía. Mientras oíamos ópera, me confesó cosas extrañas. Que se acostaba con alguien cada vez que podía, para silenciar las voces en su cabeza. Emocionado por su sinceridad, le pedí que me dijera cuándo había sido el primer día de su último período. Tranquilamente sacó un bloc de notas y me mostró la fecha, en perfecta caligrafía y tinta azul. Allí estaba. La prueba del delito. La mujer andaba en sus días. Los del medio.
Nos quedamos callados, viendo a unas mujeres que entraban al restaurante. Iban muy maquilladas, con faldas cortas y tacones.
Bebimos el whisky.
—A un hombre sin experiencia estos vaivenes existenciales pueden causarle angustia —siguió—. Le puede asaltar un acceso de ira al no entender cómo la misma mujer que trepó una pared o se colgó de un árbol, discúlpeme la molestia, después asiste a un grupo de autoayuda, o va a misa los domingos y se da golpes en el pecho, 'Por mi culpa, por mi culpa'. Pero si sabe esperar y dejar un espacio, que se haga un espacio en su corazón para aceptar esta naturaleza insondable de la mujer, entonces tendrá derecho a festejar alguna que otra bonanza.
8/30/2014
Historia del rancor
Conocí a Margot y Rancor hace unos años. Ellos vivían cerca de mí, demasiado cerca, no imaginaba qué tan cerca. Su conducta amigable, de ganancias secundarias, me llamaron la atención.
Eran una pareja ideal. Como muchas, como todas las parejas. Su lenguaje era el de la realidad. Se decían las cosas tal cual, con amabilidad, con una sonrisa.
Me invitaron a su casa y desde esa primera noche, nos hicimos amigos. Vino, risas, una chimenea, algunos besos. En fin, todo ideal. Todo bonito.
—Solo falta que tengas una pareja —me dijeron mis nuevos amigos—, alguien que te comprenda, que sea como tú. Hablaremos con ella, para ver si está interesada.
—¿Hablarán con quién?
—Hablaremos con ella.
—¿Quién?
—Tenemos una amiga que comparte nuestras ideas, también las tuyas, también las tuyas. Se llama Samantha. Es una negra.
—Una negra.
—Está muy negra, y busca alguien para redimir su retribución. Sabe alimentar bien.
Pensé que estaban locos, o tomados, o desvelados. Los días pasaron y mi vida continuó con justa monotonía del hombre que espera un desenlace.
Me olvidé de estos vecinos que amablemente me habían invitado a su casa para intercambiar notas. Luego una noche de agosto ella llegó a mi casa. Resuelta. Motivada. Solitaria. Adicta.
Una negra.
—Espero no llegar tarde —dijo.
—¿Tarde? —mi mirada en sus tacones.
—A tu vida. Espero haber llegado a tiempo. Veo que escribes mucho y te gustan las fantasías. Busco alguien con quien redimir cuentas y creo que eres la persona indicada, según me han dicho mis asesores vitales. Tengo dinero. Te pagaré en orgánico.
Total que esa noche me pagó en orgánico, y me dijo que tenía más en su repertorio. Era obvio. La manera como caminaba. Sus ojos. Su cabello ensortijado. Su boca apetitosa. Sus piernas. Sus silencios. Su complicidad. Su amor. Su peligro. Su destierro.
Esta es la historia.
—Rancor y Margot me dijeron que te quieres casar —me dijo después, cuando las cosas se habían calmado.
—Nunca pensé en casarme —le dije.
8/26/2014
Vivo el sueño mexicano
Escribo desde el sofá. Un té verde me acompaña. Ya no leo como antes. Para qué. En realidad de qué sirve y a quién le importa. Comentario de víctima: It all seems so stupid and unnecessary. A guy farts on the TV.
El té verde me acompaña. Es el fin del camino. Cuando tomas té verde, es porque ya no tomas cerveza los sábados en la noche, o sales con los amigos. El conductor de la TV agrega: whatever.
Me fui a vivir a Estados Unidos, eso es lo que pasa. Ahora extraño todo lo mexicano. La comida, típico. El desorden social, atípico. El té verde me mantiene. Viva los Xolos, ahora soy soccer fan.
Escribo desde el sofá, porque rento un apartamento tan pequeño (todo cuesta más caro) que no caben muchas cosas. Todo lo dejé en Tijuana, en casa de alguien. Mis cartas. Mis libros. Mis CDs.
Me consuela saber que no soy el único que se ha venido a vivir a San Diego. La mitad de Tijuana, gente que conozco, incluso mi familia, vive en San Diego.
Es más fácil así.
Solo espero que no me vaya demandar un vecino o que en menos de un año esté tan gordo con la comida procesada/refrigerada, que nadie me reconozca cuando regrese a Tijuana.
8/24/2014
Playas de los perros
Cuando nos dimos cuenta, ya era muy tarde. Perros por todas partes, a todas horas, protegiendo la colonia, Playas de Tijuana, porque ellos eran protegidos, a su vez.
Estas sociedades o grupos que protegen a los animales, hacen sus campañas en la avenida enfrente de la iglesia. Unos aprovechan y venden cachorros. Pero la idea es hacer conciencia entre la comunidad. Adopta a un perro. Vacuna a tu perro. Estas organizaciones que defienden a los perros. Sobre todo las mujeres. Dato curioso. Mujeres con mucho tiempo en sus manos, que adoptan estos hobbies filantrópicos, pero no se dan cuenta que joden a la población. O sea, no ven las consecuencias, los daños colaterales.
Demasiados perros para una colonia, y cuando los oyes ladrar, es como una horda, una jauría de animales locos, locos, pero protegidos.
—Es que no los sacan a pasear —argumentan los defensores de los animales, una señora, casi siempre—. Por eso ladran, están enojados. La culpa la tienen los dueños. Es que vivimos en un país tercermundista.
Ladran y ladran, a todas horas, y ahora vivimos en medio de eso. Ya son más perros que personas, y ahora ellos se están organizando. Se comunican en la noche, se mandan mensajes de casa a casa, de cuadra a cuadra, sus ladridos desvelados viajan en medio de la madrugada al oído de otro perro.